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© 2017 by Fernanda Elias

DE LAS CASAS
KAHLIL GIBRAN


Un albañil, entonces, se adelantó y dijo: "Háblanos de las Casas".


Y él respondió, diciendo:


"Levantad con vuestra imaginación una enramada en el bosque

antes que construir una casa dentro de las murallas de la ciudad.
Porque aunque en vuestro ocaso sintáis deseos de hogar, de igual

manera ese otro vagabundo que en vosotros habita anhelará siempre la lejanía y la soledad.


Vuestro cuerpo es vuestra mayor morada.

Crece bajo el sol y duerme en la quietud de la noche. Y sueña.
¿No es cierto que sueña? ¿Y que, al soñar, deja la ciudad por el bosque o la colina?
¡Ay si pudiera juntar vuestras casas en mi mano y, como un sembrador, esparcirlas por el bosque y la pradera!
Los valles serían vuestras avenidas y los senderos verdes las callejuelas y os buscaríais el uno al otro
a través de los viñedos, para volver con la fragancia de la tierra en las vestiduras.
Pero aún no es la hora que esto suceda.


En su miedo, vuestros antecesores os pusieron demasiado juntos. Y ese miedo durará aún un poco.
Por un tiempo aún, los muros de vuestra ciudad separarán vuestro corazón de vuestros campos.

 

Y, decidme, pueblo de Orfalese, ¿Qué tenéis en esas casas? ¿Y qué guardáis tras puertas y candados?
¿Tenéis paz, el animo sereno que revela vuestro poder?

¿Tenéis recuerdos que como lucientes arcos unen las cumbres del espíritu?
¿Tenéis la belleza que guía al corazón desde las casas de madera y piedra hechas, hasta la montaña sagrada?
Decidme, ¿tenéis eso en vuestras casas?
¿O tenéis solamente comodidad y el ansia de comodidad, esa cosa furtiva que entra a una casa
como un huésped y luego se convierte en dueño y después en amo y señor?
¡Ay! y termina siendo un domador y, con látigo y garfio juega con vuestros mayores deseos.
Aunque sus manos sean sedosas, su corazón es férreo.

Arrulla vuestro sueño solamente para colocarse al lado de vuestro lecho y escarnecer la dignidad del cuerpo.
Hace mofa de vuestros sentidos y los echa en el cardal como frágiles vasos.

 

En verdad os digo que el ansia de comodidad mata la pasión del alma y luego camina haciendo
muecas en el funeral.

Mas vosotros, criaturas del espacio, vosotros, inquietos en la quietud, no
seréis atrapados o domados.
Vuestra casa no será un ancla, sino un mástil.
No será la cinta brillante que cubre una herida, sino el párpado que protege el ojo.
No plegaréis vuestras alas para poder pasar por sus puertas, ni agacharéis la cabeza para que no
toque su techo, ni temeréis respirar por miedo a que sus paredes se rajen o derrumben.
No viviréis en tumbas hechas por los muertos para los vivos y, aunque magnificente y esplendorosa,
vuestra casa no se adueñará de vuestro secreto, ni encerrará vuestro anhelo.
Porque lo que en vosotros es infinito, habita en la mansión del cielo, cuya puerta es la niebla de la
mañana, y cuyas ventanas son los cantos y los silencios de la noche."

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